" Lo primero que hago es mirar el móvil. No hay ninguna llamada. Llamo a Luca. Tiene el móvil apagado. Empiezo a preocuparme, no quisiera que le hubiera pasado nada. Y no tengo ganas de estar preocupada. Solo quiero estar cabreada. La sensación de paz que experimenté al encontrarme en este sitio podría volatilizarse en pocos segundos.
Pero justo cuando estoy a punto de sumirme en la desazón, reparo en una inscripción que hay encima de la cabecera de la cama: HAZ LO QUE PUEDAS, CON LO QUE TENGAS, DONDE ESTÉS.
Vaya, me digo, debo de haber caído en una especie de comuna de pasotas.
En ese preciso instante suena el móvil.
Respondo.
Es él."
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